sábado, 18 de noviembre de 2017

Medio millón.




Asustado, acosado por mis fantasmas, perdido en mitad de un bosque de palabras, con ni sé cuántas páginas visitadas,  un exceso, un honor, un placer, una recompensa, muchas veces, aquí, un número redondo, bola de nieve que empezó a rodar hace tanto, goteo desde el 1 (uno), tan enriquecedor, tan compartido, tan grato, intercambio de emociones, conocimientos, sentimientos, sueños, pesadillas, crisis, traumas, recuerdos, imaginación, lo que es, lo que nunca ha sido, lo que puede que sea, cuentos, casi poemas, historias para dormir, para no dormir, para creer, para olvidarse de todo y zarpar desde un puerto entre la niebla, lluvia y sol, lágrimas, muchas risas, celos, ternura, cariño, envidia, comprensión, miradas detrás de la cortina, nombres propios, anónimos, compañeros, amistad, amor creciendo, admiración por lo descubierto en tantas páginas que han enriquecido esta, tanto arte de tantos artistas, pero, la fama, amigos, me asedian, me siguen, escudriñan mi vida íntima, quieren entrevistas, mis puntos de vista (no saben que tengo  un acusado estrabismo), me revisan la basura, el buzón, interrogan al cartero, al notario del primero, no puedo salir a la calle, siempre tengo dos fotógrafos en la puerta de casa, mis amantes se buscan otro (s), mis novias me dejan aburridas de los paparazzi, mis amigos me detestan, me huyen, dicen que la fama se me ha subido a la cabeza (donde tengo el cangrejo), que me he vuelto un creído (un ateo como yo), que no pago una ronda en los bares, que escribir así es de moñas (quizás lo soy un poco, pero por si acaso les he partido la boca a dos), que me he tenido que ir al pueblo (ese que no tengo), lejos de los focos, a escribir en calma (si aquí saben que soy poeta me tiran al río), por eso estoy aburrido, ¿entendéis?, necesito calmarme, pensar, crear, rimar, imaginar, los artistas necesitamos paz, aun así, ayer, paseando por los campos de trigo me seguía el corresponsal del País con un fotógrafo zurdo (le rompí la cámara a cantazos), pero pensando, pensando…estoy convencido, dejo la literatura y me dedico a la magia del cine.


1 comments :

ybris dijo...

¿Números? En sí no significan mucho, pero son buena excusa para detenerse y mirar. Impresiona ver lo que poco a poco va uno haciendo. Lo tuyo es antológico y consuela a veces considerarlo para convencerse de que el ejercicio de amor y juego para con las palabras y con las ideas que supone el escribir tiene su recompensa en la fiel compañía que suponen cuando uno elige el silencio. Ayer me convencía de ello en medio de la soledad acompañada del metro madrileño: no se necesita abrir el móvil ni leer un libro; basta cerrar los ojos y dejar que las palabras revolotean y nos acompañen interiormente. Seguro que a ti te pasa también.
Una vez más, gracias por tu incansable labor de fidelidad a estas líneas diarias en las que siempre me detengo.

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