Glup 2.0

Pedro M Martínez


jueves, 28 de marzo de 2024

Gracias, Guadalupe (y a Gustavo Doré)

-The Burial of Sarah-
 

Publicar en un blog sirve para procurarse el sustento diario?
• (Si es sí) Por favor, comparte la fórmula.
• (Si es no) Pues eso.

-Slaughter of the Sons of Zedekiah before their Father-
 

Escribir en un blog da dinero?
• (Si es sí) Cuanto? (incluyo, pos si acaso, mi número de cuenta, 20 dígitos)
• (Si es no) Ya lo sabía.

-The Children Destroyed by Bears-
 

Un blog da satisfacciones?
• (Si es sí) De qué tipo?
• (Si es no) Pues no entiendo qué haces aquí.

-Saul and the Witch of Endor-
 

Cuánto dura un blog?
• (Si es mucho) No es normal, ¿no?
• (Si es poco) Es lo lógico, ¿no?

-Death of Eleazer-

De qué color es un blog?
• (Si es blanco) Vale.
• (Si es negro) Vale.
• (Si es) Vale.

-Jacob Goeth Into Egypt-


A qué sustituye un blog?
• (Si la respuesta es ocio) No tienes nada mejor que hacer?
• (Si la respuesta es amor) Que no te pase nada.
• (Si la respuesta es amistad) Has probado ir a un club, subir al monte, hablar?
• (Si la respuesta es comunicación) No responde, comunica.
• (Si la respuesta es sexo) …(carcajada)

-The Escape of David through the Window-


 Para qué sirve un blog?
• Ti es de aquí ou ves pola festa?

(Gracias, Guadalupe)

miércoles, 27 de marzo de 2024

Miguel de Unamuno

 


“¿Por qué se emborracha el vasco?”

Amigo Salaverría; siempre y en todo debemos la verdad a todos, pero mucho más se la debemos a aquellos que nos son más queridos. Usted ha escrito en este mismo semanario lo que cree ser la verdad respecto a la embriaguez de nuestros paisanos y yo, a mi vez, voy a decir lo que creo la verdad a ese respecto. Partimos, desde luego, del hecho de que el vascongado se emborracha con lamentable frecuencia y de que no debía hacerlo. Usted dice que el vasco se embriaga porque tiene necesidad de soñar, y esto me parece sofístico. Y además resulta, claro que sin quererlo usted, amigo Salaverría adulatorio. No, para soñar no hace falta emborracharse ni son los que se emborrachan los que más sueñan. La cuestión me parece complicadísima y para ser tratada por técnicos. Más aún así y todo no creo está de más que digamos cada uno lisa y llanamente, noble y sinceramente, lo que a tal respecto creemos. El que se embriaga busca un excitante y no sólo para el cuerpo sino también, y tal vez en primer lugar, para el espíritu. Y busca ese excitante grosero porque no encuentra otro. Recuerdo que Cajal decía una vez hablando de los que buscan en el alcohol un acicate para la producción mental que el mejor excitante de la inteligencia es el pensamiento mismo. Me parece, salvo mejor opinión, que se dan a beber los pueblos gastados y los pueblos sin gastar, los muy viejos y los muy jóvenes, los degenerados y los ingenerados, los que están fatigados de una larga cultura y los que acaban de entrar en ella. Y en todo caso no creo que el vasco beba para soñar. Más bien para perder la vergüenza, para sacudirse esa terrible vergonzosidad, esa “coitadez” que le ata ante las gentes. En toda Universidad en que hay un contingente de estudiantes vascongados se distinguen éstos por su afición a la taberna. Esta y el frontón de pelota son sus lugares preferidos. Y van a la taberna huyendo del café porque en aquella tienen más libertad y pueden beber y cantar a sus anchas. Usted supone, amigo Salaverría, que la afición del vasco a la música prueba su facultad soñadora. Yo siento discrepar también en esto de usted. No creo que el vasco tiene afición a la música, sino al canto, lo cual es muy otra cosa. Sin que esto sea negar que haya quienes por la vía del canto vayan a aficionarse a la música. El vasco tiene afición al canto como tiene afición a jugar a la pelota; porque es un ejercicio físico. Canta como canta el pájaro, para dar escape y desahogo a un exceso de energía fisiológica. Porque el pájaro necesita una gran fuerza vital para poder volar -ejercicio poderosísimo, y bien lo prueban los ensayos de aviación mecánica- y por eso tiene la sangre tan caliente. Y cuando no vuela, canta, como la máquina de vapor parada despide a las veces por válvula de escape su vapor. Y así canta el vasco. Pero tengo observado muchísimas veces que el orfeonista se duerme en un concierto, y no puede reputarse a los más entusiastas y decididos orfeonistas como melómanos. No canta para oír lo que canta, sino para soltar la voz como en el “sanso” la suelta. Lo demás viene luego. Todo ello, pues, lo de emborracharse y lo de cantar, y también lo de berrear, tiene ante todo una raíz fisiológica. Y es, además, para llenar un vacío. Un vacío de pensamiento, no de soñación. Sí, amigo Salaverría, hay que decirlo. Y lo tenemos que decir nosotros, los que queremos de veras a nuestro pueblo. Pueblo maravilloso y fuerte y sano pero cuya inteligencia está aun en gran parte dormida. Y hay que despertarla. En ese nuestro país hay recelo y hasta ojeriza a las formas más elevadas y sutiles, que a la vez son las más inquietadoras del pensamiento. De aquí su dogmatismo, y de aquí el éxito que alcanza toda forma simple y cortante de doctrina. El favor que el bizkaitarrismo ha hallado se debe, ante todo y sobre todo, a que es una doctrina de una simplicidad horrible y al alcance de las inteligencias más modestas. Se basa en una serie de prejuicios, de leyendas, de afirmaciones gratuitas, de errores históricos, sociológicos y etnológicos. Su fuerza consiste no en desarrollar argumentos sino en repetirlos. Y su fuerza consiste sobre todo en la casi total carencia de sentido crítico de parte de los que exponen y de parte de los que reciben la doctrina. Yo he sentido siempre, y todos mis amigos lo saben, una gran veneración hacia el carácter de Sabino Arana, que me parece fue un gran corazón. Pero juzgadas intelectualmente sus obras son de lo más lamentable que conozco. En punto a lingüística a su ignorancia en la materia se unía una pasión que le privaba de todo sentido científico. Y nunca discurría peor que cuando se esforzaba por ser sereno y desapasionado. ¡Pero vaya usted con eso a todos esos ciegos fanáticos, espíritus forjados a macha martillo, ayunos de ciencia y sobrados de petulancia! Cuando me encuentro entre ellos evito toda discusión, pues sé por experiencia que agotándoseles al punto no las razones, sino los lugares comunes que han aprendido a repetir, acuden a cerrar el puño. Lo de andar a garrotazo limpio jóvenes carlistas y jóvenes bizkaitarras es muy significativo. Cuando éramos chiquillos y en ese mi Bilbao salía alguno empleando palabras, que nos sonaban a más finas o encopetadas le decíamos: “aivá! pa que se le diga”. Y esto persiste. La generalidad, sobre todo los del “legezarra”, chacolinada y berreo, miran no ya con recelo, con inquina, a aquellos que suponen intelectuales. Los tienen por pedantes o por desdeñosos. Y conozco más de uno que ahoga su intelectualidad -no pocas veces en vino- y se finge uno de tantos beocios, halagando a estos y repitiendo sus estribillos, no más que por cobardía, por horrenda cobardía. La verdad es ante todo, y la verdad es que en ese mi Bilbao se enseña a buena parte de la juventud a odiar la inteligencia. En lo que entra por mucho la envidia. Un pueblo hay en Vizcaya en que la masa de sus habitantes -pescadores en su mayoría vivían dirigidos por un hombre inteligentísimo. Ellos eran y son honrados e incapaces de ciertas fechorías. Se reconocían inferiores en cultura y en inteligencia y se dejaban dirigir. Pero llegó allá esa doctrina simplicísima y terrible y les dijeron que pertenecían a una raza superior. Y llegaron a creer, me figuro, que el más bruto de ellos es superior al más inteligente de los de por acá. Y esa soberbia colectiva, la más barata y cómoda de las soberbias, les ha llevado a extremos lamentables. Hoy ese pueblo es inhabitable para toda persona de juicio y de independencia de criterio. La beocia desmandada se ha proclamado contra los “belarrimotzak”, y se ha dado caso de que en cuadrilla han atacado a alguno. Más de una vez hablando de los bizkaitarras he dicho; sí, los conozco; muchos de ellos han sido amigos míos de la niñez, muchos siguen siéndolo, los más de mis compañeros de escuela lo son. Buena gente... entendámonos. Si se tratara de confiarles mi caudal se lo entregaría sin recibo, y si mi mujer o mi hija tuvieran que hacer un largo viaje haría lo mismo. Pero... son muy beocios. Todo menos tratar de razonar con ellos. No discurren. Tienen empotrados en la mollera unos cuantos dogmas ya religiosos, ya patrióticos o lo que sean, y unos cuantos lugares comunes y es inútil pretender razonar con ellos. Ahí, falta sentido crítico. Se acepta cualquier especie que halague el amor propio colectivo y hallan favor todas las fantasías que acerca de la raza vasca han echado a volar personas de más entusiasmo que buen juicio. Todas son batallas de Arrigorría, o regímenes políticos anteriores al 37. Y ello de pena; de una pena grandísima. Y para cubrir ese vacío de sentido crítico y analítico, para cubrir ese vacío de inteligencia inquisidora e investigativa, para eso, me parece, es para lo que se bebe. El alcohol es un aliado de la ortodoxia, de la ortodoxia católica y de la ortodoxia bizkaitarra, y de otras ortodoxias, y es el aliado de esa terrible cobardía, de esa cobardía funestísima que reduce en ese nuestro país a la impotencia a los elementos intelectuales, que no se atreven a afrontar la burla y el encono de los beocios. ¡Pobres beocios! Tan enteros, tan noblotes, tan entusiastas, tan sanos, pero... tan brutos. Esta es la verdad verdadera; esta es, amigo Salaverría, la verdad que arranca mi amor creciente a esa nuestra noble y fuerte tierra que será grande de veras cuando se sacuda de esas trabas.

MIGUEL DE UNAMUNO

El Coitao. Mal llamao, año I, nº 2, 

Bilbao 2 de febrero de 1908, pág. 3. 

Artículo desconocido conservado por Unamuno (CMU: 3-5).



Elegy

 


Después de varios años  supe que el fantasma no dormía, los fantasmas no duermen (al menos eso dice Susanna Clarke en su “Jonathan Strange y el Señor Norrell”) y en la puerta hay un vendedor de abismos con un acantilado bajo el brazo, gaviotas que ríen alrededor y mil ojos mirando las olas del ayer, las de mañana, las olas (¿no tendrán nada mejor que hacer?) que llevan y traen a la playa, náufragos, ahogados y botellas con y sin mensaje. 

No viene a cuento (me ha venido a la cabeza por una asociación de ideas), pero Bill Murray me resulta aburrido, nunca me han gustado sus películas (excepto, quizás, “Flores rotas” y “Lost in traslation”). Empecé “Elegy” que me recomendó un árbol de flores olorosas  y me  dormí cuando le faltaban unos veinte minutos para terminar (no sé si al final se casan).



martes, 26 de marzo de 2024

La belleza del marido.


 

VI. LIMPIARTE LAS PEZUÑAS ES AQUÍ UNA DANZA EN HONOR DE LA UVA QUE A LO LARGO DE LA HISTORIA HA SIDO UN SÍMBOLO DE JOLGORIO Y ALEGRÍA POR NO DECIR UNA ANALOGÍA DE LA NOVIA COMO FLOR SIN CORTAR

El olor
nunca lo olvidaré.
Afuera detrás del viñedo.
Un espacio de piedra quizá un cobertizo o una casa de nieve en desuso.
Octubre, un poco de frío. Heno en el suelo. Habíamos ido a la granja de su abuelo para ayudar

a prensar
las uvas para el vino.
Nadie puede imaginar la sensación si no lo ha hecho nunca:
duras ampollas de húmedo satén rojo explotan bajo los pies,
entre los dedos y arriba en las piernas los brazos la cara reventando por todo…
Se te mete en la ropa dijo él mientras nos afanábamos

en la tinaja.
Cuando te la quites
estarás empapada de jugo.
Me miró cuando dijo vamos a comprobarlo.
Desnuda en el espacio de piedra era verdad, manchas pegajosas, piel, me tumbé en el heno

y él lamía.
Lo lamió todo.
Salió corriendo y cogió más posos con las manos y me los untó
en las rodillas en el cuello en la barriga lamiendo. Buceando.
La lengua es el olor de octubre para mí. Lo recuerdo como si
nadara en un río rápido, pues no dejaba de moverme y era difícil moverse

mientras que todo a mi alrededor
también se movía, ese olor
a tierra removida y plantas frías y la noche acechante y
la vieja tinaja humeando levemente en el crepúsculo ahí fuera,

jugo puro en él.
Estambres en él
y como dijo Kafka al final
la natación no me ha servido de nada sabes al fin y al cabo no sé nadar.
Bueno ocurre que más del 90% de toda la uva cultivada es una variedad de

Vitis vinifera
la uva europea o del viejo mundo,
mientras que las uvas americanas autóctonas derivan
de ciertas especies salvajes de Vitis y se distinguen por su olor «sexy»
además de por el hecho de que su piel se escurre licuada de la pulpa.

La uva de vino ideal
es aquella que se prensa con facilidad.
Esas son las cosas que aprendí del abuelo
cuando nos sentábamos en la cocina tarde en la noche pelando castañas.
Y que bajo ninguna circunstancia debía casarme con su nieto
a quien él llamaba tragikos una palabra rural que significa tanto trágico como cabra.


Anne Carson






.

El día D

I


Es evidente que cada uno está aquí por lo que está. Por lo que está suele ser un misterio. Por eso cuando llegó el primer mensaje - L´heure du combat viendra- estaba claro, demasiado claro diría.

No se produjo el mensaje en caso de cancelación -Les enfants s ´ennuient au jardín- por lo que, digan lo que digan, suspiramos aliviados aún intuyendo dónde nos metíamos.

Cuando llegó el siguiente -Les dés sont sur les tapis-  empezamos a cortar los cables y los hilos del telégrafo. En cierta manera nos aislamos.

El último mensaje -Il fait chaud à Suez- era la señal para atacar todas las vías de comunicación. Así lo hicimos sabiendo que no había vuelta atrás. Había comenzado el día D.

lunes, 25 de marzo de 2024

Es primavera pero no.

 

Asa Hershoff (Lama Asa) — Rainbow Body, Part 7  (thangka, 2020)

Ya es primavera pero llueve, mucho. No te vayas. Ha vuelto el frío, hay nieve en algunos montes, hay un vagabundo en el zaguán, hay un perro ladrando al final de la calle, justo en la esquina donde te esperaba. Nunca he tenido perro, ni  bicicleta, nunca he amado a nadie tanto como a ti te amo. No te vayas, por favor, te regalare un pájaro, un canario, una oropéndola, no sé, uno que cante mucho, que nos despierte al amanecer, que nos llene de trinos que compensen nuestros silencios.

Llueve otra vez, entra el frío por el balcón abierto. No, no te vayas. Ojalá quisieras besarme como antes, aquella forma de cerrar los ojos y suspirar, el abrazo que seguía después, el calor de tu cuerpo, tu desenvoltura sobre mí, todo aquello de antes que ese apareciera. Quédate conmigo, no hagas caso de lo que dice, te envenena, no es cierto, no fue así. Dejaré a Carmen, hoy mismo, te lo prometo. No te vayas.

domingo, 24 de marzo de 2024

Dennis Lehane

 


Golpe de gracia.

Dennis Lehaine.

Este señor escribe con un cuchillo.

Años 70. Boston. Gansters. Barrios que ya te digo. Policías normales dentro de un mundo que no sé yo. Vecinos que mejor no tener. Racismo. Madres que por sus hijos maaatan.  Un personaje malo (¿?) al que coges cariño (o algo así, al menos le entiendes). Una historia que te lleva. Me la he leído sin pestañear.

Si te gusta la novela negra, pues eso. esta  

 

https://www.zendalibros.com/novela-negra-en-tiempos-de-thrillers-trepidantes-o-dennis-lehane-por-encima-de-todo-y-el-golpe-de-gracia/?fbclid=IwAR15i8o5XB5uVue2Qfe0_FjStzPkUq8ZySwrQcX3ARUUGY6iYEJjuJ75umQ





sábado, 23 de marzo de 2024

Es largo, vale, pues no lo leas.


 

Un pez que se muerde la cola, es decir la eternidad, es decir lo inalcanzable, repetir y repetir, el día de la marmota, lo de siempre, decir lo ya dicho, decir lo ya dicho, es decir, lo ya dicho, lo que yo te diga, ingenuidad de revisar las estadísticas, lectores curiosos, curiosos que no leen, cuota de comprensión, de comparación, de conciliación de lo (pretendidamente) dicho y lo (naturalmente) entendido, enfrentamiento de voluntades, es decir la libertad, uno escribe lo que quiere, cuando quiere y otro lee y entiende lo que quiere y cuando quiere si quiere, y si no, no, es decir la anarquía de las letras, la suprema libertad, el supremo yo me lo guiso yo me lo como, el lenguaje como un pasquín mojado por el viento, austera manera de no decir nada, es decir, nada, una convocatoria de música y color, colorines, es decir lo digerible, lo que conmigo va, lo mío, yo, mí, me, conmigo, el amor reducido a vagos sonidos convocados a una romería, la mano acariciando su pelo, amarla frente a un espejo, mirándonos, vernos en nuestro deseo desnudo, esos dos somos, ese único ser que gime, suspira, hipa, llora, ríe, se estremece, se busca, tantea la piel, los íntimos secretos, descubrimiento del placer, besos en recónditas esquinas del alma, la confabulación de la seducción, ámame sin medida ni clemencia, deja todo y ven, solo para mí, pertenéceme, ilusa pretensión de quién nada tiene, un pobre sentado en la puerta de la catedral, nada tengo, nada soy, pájaros en vuelo, fotografía de estorninos en el cielo de Berlín, fotografía de estorninos sobre Central Park, ¿son los mismos?, mi mirada, ¿es la misma?, ella rompiendo porcelanas, rabiosa en el silencio, resignada en el destierro, reyes desfilando en el sepelio, perfume de flores rojas, se estruja las manos mientras mira el horizonte oscuro, desnuda por las habitaciones del castillo, abriendo y cerrando la puerta de salones sombríos, húmedos, no está allí y lo saben sus caderas meciéndose sin eco, sus senos que sopesa sin otro tacto que el hastío, abre las piernas y el viento las transita, se mira en el espejo, sola, se tumba escondiendo la cara en la almohada, escucha el eco de su propia risa, el espasmo en el recuerdo, la soledad colgada como un crucifijo pasado de moda, el invierno volverá como un lobo, un flor mustia en un vaso seco, un gorrión muerto en la ventana de atrás, un libro abierto en la página 127, una foto amarilla enmarcada, un reloj imperioso, la pasión en la cesta de las pinzas del tendedero, lo que fue, roto, descascarillado, respiro es decir vivo, es decir aún, es decir un pez que se muerde la cola, la vida es esto y lo descubrimos cada día, sin rebeldía, sin hacer otra cosa que quejarnos, qué otra cosa podemos hacer, cambian los tiempos, estamos en el borde de un cambio atroz (no, no quiero decir que sea tan malo, no sé, no llego, es decir hablo, solo eso) no se rebelan los pueblos, no caen tiranos, nuestro propio tirano somos nosotros mismos, nos esclavizamos, nos tenemos escondidos, nos torturamos, nos hemos desayunado la llave de la celda, hemos renunciado a buscar la felicidad, la felicidad es estar vivos, es decir tenemos lo que nos merecemos, los poetas son los grandes mentirosos del lenguaje, son espectros, lengua muerta, fantasmas que copian sentimientos enterrados, invocación de una magia antigua, no, huellas de antepasados, lo ya dicho, lo ya sentido, lo de ayer, hoy no existe, mañana está a un millón de años, la felicidad no está en el mañana, hay un rescoldo de cenizas frente al altar, no sabemos dónde está el cielo, arriba o abajo, dónde, el silencio de dios, dios es Dios, es una pregunta, es decir lo que nadie sabe, demasiado para un día como el de hoy, ¿qué dice este elemento? (eso si has llegado hasta aquí), esta es una página de cuatro (puedo decir sus nombres) que aprecian lo que tiene de reflejo de lo que son, que sobre todo se leen, no os enfadéis pero escribo solo para mí, esos cuatro son yo, somos uno, uno más uno es uno, así hasta cuatro veces, como mínimo (has dicho cuatro, no te rajes ahora), amo a cuatro, no a la vez, nos amamos en ese ser uno, sin dobles sentidos, con pureza de alma y cuerpo, comunión de emociones, de reacciones, del sinsentido de creer lo que no vemos, de vernos desnudos y frágiles, sensibles, únicos, acto de amor frente al espejo, pasión en esta metonimia que me descubrió no recuerdo quién  y que nunca podré agradecérselo bastante, cuando alguien logra que descubras tus desiertos, tus oasis, tu peor y mejor tú, tu esencia, lo mejor de ti mismo…he vuelto a enseñar el culo, hala, me visto y me voy, mañana más, quizás. 



viernes, 22 de marzo de 2024

Paseo del Arenal


 

Jaime Sabines.

 

Winter, 1946. Andrew Wyeth



LOS AMOROSOS

 

Los amorosos callan.

El amor es el silencio más fino,

el más tembloroso, el más insoportable.

Los amorosos buscan,

los amorosos son los que abandonan,

son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,

no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos

porque están solos, solos, solos,

entregándose, dándose a cada rato,

llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos

viven al día, no pueden hacer más, no saben.

Siempre se están yendo,

siempre, hacia alguna parte.

Esperan,

no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.

El amor es la prórroga perpetua,

siempre el paso siguiente, el otro, el otro.

Los amorosos son los insaciables,

los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.

Las venas del cuello se les hinchan

también como serpientes para asfixiarlos.

Los amorosos no pueden dormir

porque si se duermen se los comen los gusanos.

 

En la oscuridad abren los ojos

y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana

y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,

sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas

temblorosos, hambrientos,

a cazar fantasmas.

Se ríen de las gentes que lo saben todo,

de las que aman a perpetuidad, verídicamente,

de las que creen en el amor

como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,

a tatuar el humo, a no irse.

Juegan el largo, el triste juego del amor.

Nadie ha de resignarse.

Dicen que nadie ha de resignarse.

Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,

la muerte les fermenta detrás de los ojos,

y ellos caminan, lloran hasta la madrugada

en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,

a mujeres que duermen con la mano en el sexo,

complacidas,

a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios

una canción no aprendida,

y se van llorando, llorando,

la hermosa vida.

.

JAIME SABINES

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